sábado, 10 de abril de 2010

El liderazgo en la actualidad (Opinión)


Este artículo fue publicado en la edición número 95 del periódico Redacción de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Martín de Porres el 10 de diciembre del 2009.

El liderazgo suele originar una interrogante trillada: ¿el líder nace o se hace? Dicho planteamiento genera un sinfín de intervenciones algo improvisadas que alimentan el escepticismo del receptor. La búsqueda de una respuesta concreta que satisfaga nuestras expectativas, implica la exploración de las distintas disciplinas sociales, además de tener en cuenta los diversos casos paradigmáticos, es decir, los líderes históricos.

Para empezar, habría que romper con el estereotipo de que el liderazgo suele ir acompañado de una comunicación rígida entre el líder y el liderado. Hoy en día, una organización (campo de acción de las Relaciones Públicas) que pretenda mantener una atmósfera laboral placentera, tanto en su público interno como en el externo, apuntará a deslindarse de un modelo arbitrario de trabajo.

Por otro lado, también se afirma que los mejores líderes son los que llevan los conocimientos en las canas. La inclusión de esta afirmación puede parecer ociosa; sin embargo, aún existen personas que mantienen una mentalidad anacrónica y desconfían del talento juvenil, y -aunque parezca inadmisible- vinculan la escasez de abriles con la inexperiencia y el fracaso. Grueso error.

Como estos mitos, si cabe el término, existen otros fallos conceptuales que no hacen más que desinformar al lector, oyente, televidente, etc. Una aproximación al concepto de líder lo califica como una persona con ciertas características (competente, asesor, supervisor, etc.) que le dan ese estatus de hombre guía.

No obstante, hay que tener en cuenta algunas situaciones cotidianas. Por ejemplo, un “líder” que no influye en un grupo; es decir, que no está al mando de varias personas y solo se “lidera” a sí mismo, es más un filtro personal, pues solo regula su comportamiento, acciones, etc.

Otro caso es el de las personas que ejercen el liderazgo a la fuerza o aquellas que no estando capacitadas para hacerlo, reciben la batuta de un grupo u organización. En estos casos la motivación del liderado puede verse reemplazada por el miedo, la rebeldía, la inconformidad, etc., según las circunstancias.

En todo caso, un líder que dice haber nacido para llevar las riendas de una organización determinada, tendrá que demostrarlo. La dicotomía entre el liderazgo innato y el formado seguirá en pie. Y aunque se afirme que ambas posturas se complementan, importará más la aplicación eficaz que el origen de dicha denominación.

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